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Con un regalo exquisito, la interpretación de Por ti mi corazón, de Manuel M. Ponce, que el guitarrista uruguayo Eduardo Fernández obsequió como encore, finalizó la presentación que el maestro ofreció hoy en el Templo de la Compañía.

Con eficacia y musicalidad transitó el concierto que ofreció el maestro cuya deslumbrante trayectoria lo sitúa sin lugar a dudas como uno de los grandes guitarristas de nuestro tiempo.

Sin abandonar el añejo repertorio de la música escrita originalmente para laúd, Eduardo Fernández quien ha hecho suyas las obras más recientes de la literatura guitarrística internacional, configuró un programa de interés excepcional para su presentación en el 40 FIC, que se abrió con nuestro Carlos Chávez y se cerró con el gran compositor ruso Edison Denisov, pasando por Bach y Paganini.

La guitarra es probablemente el instrumento más íntimo y en manos de Eduardo Fernández, se convirtió en una fuente segura de disfrute estético en el más alto nivel. Como él lo ha expresado en más de una ocasión, lo que más le interesa es comunicar y conmover a los oyentes, lo que cumplió con creces en uno de los sitios más emblemáticos del Festival Internacional Cervantino, el Templo de la Valenciana, cuya acústica sonora permitió que escucháramos nítidamente

Ante una audiencia conmovida y sorprendida por la comunicación que logró el intérprete, Eduardo Fernández comenzó con las Tres piezas para guitarra, de Carlos Chávez (1899-1978), obra única en el repertorio de Chávez escrita para el instrumento en 1923 y de la que los oyentes percibieron que Chávez comparte con Bach una cierta manera de construcción muy lógica, a la vez que muy fuerte intelectual y emocionalmente.

La obra alude a músicas indígenas de México y el compositor utilizó de una manera muy original el espacio modal pentatónico con el cual el ejecutante logró una especie de politonía de una enorme gama emocional.

Ofreció además, Suite para laúd BWV 995 de Johann Sebastian Bach (1658-1750), las Tres Sonatas de Niccolò Paganini (1782-1840), recientemente editadas y fue una excelente muestra de la calidad de Paganini con su enfrentamiento con la guitarra; Cuatro piezas de Bardenklänge de Johann Kaspar Mertz (1806-1856), un ejemplo de la escritura romántica para guitarra y Sonata para guitarra de Edison Denisov (1929-1996).

La obra que es una de las piezas favoritas del intérprete, presenta características muy inusuales, no solamente porque el compositor es ruso, nacionalidad, que no está tan representada en el repertorio guitarrístico, sino por la original de sus planteamientos y por la brillantez con que resuelve los problemas que él mismo se plantea. La obra, como lo ha advertido el maestro, es una joya descuidada porque no la toca casi nadie, pero apenas se conozca un poco más será uno de los pilares del repertorio guitarrístico.

Eduardo Fernández, quien comenzó sus estudios de guitarra a los siete años y fue discípulo de Carlevaro, demostró durante el recital su control técnico de la guitarra y cómo volver los deseos del intérprete en sonido.

Galardonado internacionalmente en muchas ocasiones, el guitarrista con más de cinco décadas como intérprete, es autor de Técnica, Mecanismo, Aprendizaje, sobre técnica y aprendizaje de la guitarra (2000) y de los Ensayos sobre las obras de J.S.Bach para laúd (2003).

El maestro fue uno de los fundadores de la rama uruguaya del CIM/UNESCO. Por encargo de la Gewandhaus de Leipzig, transcribió para guitarra Die Winterreise de Schubert, y estrenó dicha versión con el barítono Cornelius Hauptmann. Además del concierto, el guitarrista impartirá el viernes 5 de octubre a las 12 horas, en el Departamento de Música de la Universidad de Guanajuato, una clase magistral.

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