Gran Angular

Año 1, No. 4

La solidaridad en ‘Adú’

Por Sebastián Escárcega Barrios

A más de un año de su lanzamiento, Adú, la segunda película de Salvador Calvo, ha vuelto a los reflectores luego de triunfar en los premios Goya con cuatro galardones, incluyendo el premio al mejor director. Además del buen trabajo de dirección de actores y de la oportuna mezcla de los diferentes elementos cinematográficos para transmitir las sensaciones de la trama, el gran mérito de Calvo consiste en plantear las diferentes perspectivas ideológicas de los personajes sin juzgarlos, permitiendo que el espectador saque sus propias conclusiones.

La narrativa se desarrolla a partir de tres relatos que se unen en diferentes momentos de la cinta, en los que se abordan algunas de las múltiples problemáticas que día a día se viven en África y en su frontera con Europa, en los límites entre Marruecos y España: desde las condiciones de violencia, insalubridad y pobreza que motivan la migración humanitaria en dicha región, hasta el conflicto causado por el comercio ilegal del marfil obtenido de los cuernos de elefantes.

El trayecto de Adú, un niño que viaja de Camerún a España para encontrar a su padre luego de que su madre es asesinada, es la columna vertebral de la película. Mientras que las historias de Gonzalo, un activista español que busca evitar la caza ilegal de elefantes en África, y Mateo, un policía de la guardia civil española que va a juicio luego de estar envuelto en un operativo en el que un migrante pierde la vida, simplemente nutren el contexto de las problemáticas que definen la vida de Adú.

A lo largo de la trama nos damos cuenta que estos tres personajes son, o tratan de ser, especialmente solidarios; sin embargo, cada uno practica este valor de manera distinta, pues sus particularidades de vida y su cultura los llevan a entender de manera distinta este concepto aparentemente universal. Aun con las buenas intenciones compartidas, vemos que las solidaridades de Mateo y Gonzalo, a diferencia de la de Adú, no conducen a la conciliación entre las partes, sino que alimentan sus diferencias, debido a que parten de ideales diametralmente opuestos —aunque igualmente nocivos— como lo son el nacionalismo y el cosmopolitismo radicales.

Mientras que Mateo calla ante una injusticia, obedeciendo a su ciega lealtad con sus compatriotas policías; Gonzalo impone su visión de cómo debe combatirse la caza de elefantes, invalidando los puntos de vista de los miembros de las comunidades africanas. Uno se apega al ideal patriótico y el otro, desde una superioridad moral percibida, alude a la universalidad de su visión. Estos dos personajes delatan así las ideologías que obstaculizan, junto con muchos otros factores, la resolución de los conflictos en la región.

A pesar de que finalmente Adú llega a su destino, su suerte contrasta con el fracaso del resto de los migrantes retratados en la cinta, pues las problemáticas se mantienen igual que al principio de la historia, debido a la incapacidad dialéctica que impide un auténtico cambio y lleva a las naciones y demás actores involucrados a tomar acciones de solidaridad unilaterales, que son naturalmente menos efectivas.

En su respuesta al ensayo Patriotismo y cosmopolitismo de Martha Nussbaum, Robert Pinsky ofrece una clara solución ante las pretensiones de inmovilidad que suponen las nocivas concepciones del nacionalismo y cosmopolitismo que vemos en el filme: “Tengo la impresión de que algunos de los nacionalismos y etnocentrismos más feroces del mundo están alimentados en parte por el resentimiento hacia personas como nosotros: miembros felizmente situados de naciones grandes y poderosas, individuos prósperos y móviles, capaces de servir en comisiones de la ONU, que participan en simposios, que planean el destino de otros pueblos mientras vuelan alrededor del mundo y se alojan en espléndidos hoteles. ¿No debería esta realidad ser el punto de partida de tales discusiones? – ¿O al menos incluido en ellos? ¿No deberíamos reconocer que nuestra propia visión también es local? (…) todo se va, se va, se va, porque la cultura es cambio, es movimiento: ese es el conocimiento de lo cosmopolita, y solo el abrazo de esta forma de cambio tiene el atractivo erótico para contrarrestar el patriotismo”.

 

Referencias

Pinsky, R. (N/A). Eros Against Esperanto. Boston Review. Recuperado el 19/03/2021 de: http://bostonreview.net/archives/BR19.5/beacon%20articles/replies.html

Gran Angular

Gran angular es una columna quincenal enfocada en reflexionar y propiciar el debate sobre las películas y series del momento, desde una perspectiva que aborde los aspectos sociales y el entorno cultural en el que se desarrollan las historias; así como los temas que son relevantes para la industria del cine. Cada entrega buscará dar respuestas o argumentaciones desde la óptica de distintos autores de las ciencias sociales. La columna puede ser de interés para personas que buscan complementar y profundizar sus interpretaciones sobre diversas producciones cinematográficas.

Sebastián Escárcega Barrios

Sebastián Escárcega ha colaborado en medios digitales desde el año 2017. En su corta carrera, enfocada en periodismo cultural, ha realizado coberturas periodísticas de importantes eventos como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el festival Vive Latino, así como de diversos estrenos de películas, libros y producciones musicales. En 2017, escribió una crítica cinematográfica para el libro Cinema 24 (Notas Universitarias). Asimismo, ha publicado un par de columnas de opinión en el Heraldo de México y Ámbitos. Es egresado de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad Panamericana y actualmente trabaja como publirrelacionista.

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