Michoacán, México – Con una mezcla única de espiritualidad, arte y tradición, el estado de Michoacán volvió a vestirse de cempasúchil para celebrar el Día de Muertos, una de las expresiones culturales más emblemáticas de México, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Los pueblos purépechas de la región lacustre, en especial Árocutin, Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Jarácuaro y Janitzio, fueron una vez más el corazón de esta festividad milenaria. Miles de velas iluminaron los cementerios y orillas del lago, mientras familias enteras se dieron cita para honrar a sus seres queridos que han partido.

Desde la tarde del 1 de noviembre, los preparativos comenzaron con el montaje de altares rebosantes de flores, pan tradicional, fruta, veladoras, fotografías y ofrendas que simbolizan el respeto y el amor por quienes ya no están. A medianoche, el silencio y el canto se fundieron en una atmósfera de recogimiento durante la velación, momento en el que se cree que las almas regresan a convivir con los vivos.

La isla de Janitzio vivió una de las velaciones más emotivas, con pescadores colocando sus emblemáticas redes mariposa, iluminadas por antorchas, en un ritual que simboliza la guía para las almas en su trayecto.

El turismo también fue protagonista. Visitantes nacionales y extranjeros recorrieron los mercados, probaron la gastronomía tradicional –desde corundas hasta atole de grano– y participaron respetuosamente en las actividades, ayudando a reforzar el valor cultural y económico de la región.
La celebración en Michoacán no solo honra a los difuntos, sino que también fortalece el vínculo entre generaciones, promueve la preservación de la identidad purépecha y demuestra la riqueza viva del patrimonio mexicano.
